Tú amasabas dinero,
yo amasaba tu cuerpo
y amasando y amasando
llenábamos la nevera.
¿Te acuerdas, Adán mío,
de dinero que olía
a oro, mirra e incienso?
Fueron los euros ganados
por los Reyes del desierto
mientras iban en camellos
detrás de la buena estrella.
Hoy amasas algún céntimo
que multiplicas en euros
mientras yo amaso falsos
billetes de veinte euros.
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