Imagina ese coche
que tu marido no compra
y que tú deseas tanto
como el vestido que compras.
Puedes comprarlo, amiga,
si trabajas y lo curras
abriendo esos correos
que pagan como el oro.
¿No te animas a apuntarte?
Piensa en coches y motos,
imagina los viajes
que harías por el morro,
y tus amigas estarían
envidiosas por tu coche.
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